En busca de una historia musical:

Aunque la gran asociación de Johanna Martzy con Radio Vara en Hilversum comenzó en 1948, la historia realmente comienza aproximadamente seis años atrás.  Después de ser premiada con el premio de violín en el Concurso Internacional "dÉxecution Musivale" de Génova en octubre de 1947, Johanna contactó a Johan Koning, un agente de músicos en The Hague.  Ellos se conocieron una vez en Budapest en 1943, cuando Johanna, a la edad de 18 años, se presentó el Concierto de violín Tchaikovsky bajo la dirección de Willem Mengelberg.  Koning fue entonces el agente de Mengelberg, y estuvo
viajando con él.  Mengelberg, un hombre de gran reconocimiento, estuvo tremendamente impresionado con ella, y cinco años después Koning no ha olvidado el impacto de esa noche en que ella se presentó.  Sin embargo, porque él había tenido que continuar trabajando durante la guerra, Koning sufrió una interdicción por dos años, debiendo una supuesta colaboración con los Alemanes ocupados. Melgelberg fue considerablemente la menos afortunada. El líder anterior de la Orquesta de Concertgebow fue inhabilitado para trabajar en Holanda para siempre, y rechazado para representar en cualquier otro lugar, él fue exiliado en Suiza donde murió en 1951.



En 1948 Koning comenzó otra vez, introduciendo muchos artistas nuevos y restableció muchas conexiones con otros, incluyendo Jean Antonietti, un pianista joven Alemán de reputación nacional.  Antonietti debutó a la edad de 19 años y fue con la Orquesta Residentie en The Hague en 1934.  El apareció como solista para muchos renombrados conductores incluyendo a Monteux y a van Beinum, y acompañó a artistas como Elisabeth Schwarzkopf, Suzanne Danco, Henryk Szeryng y Pierre Fournier.  Para ese tiempo él fue considerado uno de los más prominentes jóvenes pianistas del País.  En el otoño de 1945, habiendo tenido suficiente experiencia con Radio Free Europe, Antonietti fue solicitado por la Compañía Radiodifusora de Holanda para hacerse cargo del cuarto de música de Radio Hilversum, para entonces todavía estaba en reconstrucción.   Después de un año de funcionamiento, el iniciador de la estación radiodifusora, VARA, fue reestablecido, y cuando le ofrecieron la posición de Director Musical, Antonietti aceptó.  Koning inmediatamente vio la valiosa oportunidad presentada por sus artistas.

Ante esta sugerencia, Antionietti comprometió a Johanna para su primer concierto de radiodifusión a las afueras de Suiza.  El 4 de octubre de 1948, Johanna representó su segunda radiodifusión en vivo del Tchaikovsky, con el HRO bajo Albert van Raalte. El primero ha sido con Ansermet y la Orquesta "Suisse Romande" en Génova a comienzos del año anterior.

Una vez finalizadas sus responsabilidades con VARA, Antonietti continuó su carrera como pianista.  También apareciendo como solista, él estuvo también en la posición de acompañar algunos artistas nuevos de Koning.  El 25 de febrero de 1949, tres días después de las dos noches triunfantes debutadas por Johanna con el Concertgebouw en Amsterdam, Antonietti y Johanna dieron su primer recital en el Small Hall de Concertgebouw.  Esto propició una resonancia de criticas exitosas, como: "JOHANNA ES EL ALMA DE UNA SACERDOTISA ARISTOCRÁTICA DE LA MÚSICA.... VERDADERAMENTE REAL EN IDEA Y ACCIÓN." (Albert de Wal, 1.3.49).  Esto reseñó el comienzo de una camaradería y amistad que duraría cerca de dos décadas.  Para Johanna Martzy, sus colaboraciones también originaron una conexión duradera con VARA, con quienes ella continuaría haciendo numerosas radiodifusiones por años.  Ella llegó a disfrutar de una considerable popularidad en Holanda, presidiendo con las mejores orquestas.  Los conductores incluidos fueron Kubelik, van Kempen, van Otterloo, Klemperer, Martinon, Dorati, Solti y el mayor  Krips.  En resumen, hubo numerosos recitales con Antonietti por todo el país.  El único artista que podría quejarse comparablemente del compromiso prestigioso de esos números fue Clara Haskil, quien, coincidencialmente era también representada por Koning.



El 12 de Diciembre de 1949, Johanna presidió un recital con Antionetti en el pequeño centro de Glarrus al norte de Suiza.  En la pos-actuación del recital a ella le fue hecha una propuesta, por un caballero y su esposa, quienes desearon darle sus respectos.   El mismo se presentó como Daniel Tschudi, un hombre de negocios local.  Una breve conversación reveló que él era un violinista aficionado quien estaba no solamente interesado en otros violinistas, pero también agudamente interesado en los instrumentos de ellos.  El parecía saber de lo que estaba hablando. También lo transmitía, como un miembro de mucha influencia en el Concierto Glarus y en la Sociedad de Representaciones, el fue responsable de contratarlos para esa noche.  Así que su próximo compromiso no fue hasta el 14, el dúo aceptó la invitación de Tschudi para almorzar con ellos al día siguiente.
El violín que ella estaba tocando para ese tiempo fue un instrumento
atribuido a Tononi, comprado por su madre en la tienda de Remenyi en
Budapest cuando Johanna cumplió los quince años. Éste era temperamental y difícil de tocar, frecuentemente requería de la atención de Pierre Gerber, 'El Mayor de Lausanne como se le era conocido por ser uno de los aficionados entre los muchos renombrados violinistas a quienes el había servido como doctor de violines.  Para este tiempo, Daniel Tschidi era dueño de dos instrumentos muy particulares - un Peter Guarneri de 1747 y un Carlo
Bergonzi de  1733.

En 1936, Tschudi, a los veintiocho años heredó una empresa de publicidad en
Glarus, había comprado el Bergonzi de Hug & Co. en Zurich.  Debido a su inclinación artística y musical, él tenia una profunda apreciación al arte
de hacer violines.  En el folleto ilustrado, que él cariñosamente publicó en el Bergonzi en 1942 (150 copias enumeradas), Daniel establece que eso era 'RECONOCIDO COMO LA MUESTRA MÁS FINA JAMÁS CONOCIDA'.  En efecto eso era uno de los seis violines más favoritos de Luigi Tarisio, comprado por Vuillaume en 1854.  No solamente era un encanto visual, con su magnificente barniz rojo-cereza, fue también un deleite para el oído.  El otro violín de
Tschudi, el Guarneri, le perteneció al gran Carl Flesch.  Daniel había
actuado como su guardián durante la guerra hasta que Flesch pudo con
seguridad coleccionarlo.  Cuando él murió en Lausanne en octubre de 1945, Daniel lo compró a su viuda.

El 13 de diciembre de 1949, Daniel Tschudi mostró sus tesoros a Johanna,
presentándole algo profético, al final del día que pasaron juntos, con una
copia del folleto de Bergonzi.  Al marzo siguiente, Johanna y Jean visitaron
la casa de Tschudi otra vez.  Para ese tiempo Daniel tenía una propuesta
para ella: 'QUE SI LE GUSTARÍA A ELLA TOMAR PRESTADO EL GUARNERI EN UNA BASE 7 SEMIPERMANENTE.'  Era inútil decir que Johanna no se sintiera abrumada, al menos por un ratico.  Ella estuvo profundamente paralizada por la generosidad de Daniel.   Desdichadamente, aunque el violín estaba bien para
el recital, este violín era un instrumento demasiado delicado para soportar
la fortaleza de Johanna en concierto.  Para ese tipo de ocasiones a ella
sólo le aguantaba el Toroni.  Sin embargo, debido a un extraño accidente
mientras tocaba el Brahms en Luzerne el 15 de diciembre de 1950, Johanna
sugirió usar el violín extra el cual Daniel había traído consigo-el
Borgonzi.  Este violín llegó a ser su favorito, era el violín que a ella le
gustaria usar en todas sus grabaciones comerciales, y en la mayoría de sus
conciertos.  El Toroni llegó a ser su vida, hasta 1956.

Cuando el Hubermann ex Kreisler Stradivari de 1733 apareció en la tienda
Pierre Vidoudet en Génova en 1956, Pierre Gerbe, convencido de que le
combinaba perfectamente a Johanna, recomendó que ella tratara de comprarlo. 
Daniel inmediatamente lo compró por 120,000 francos suizos.  Sin embargo,
aunque el Strad tenía un profundo, grave, tono aterciopelado, Johanna nunca
se sintió feliz con el.  Parecía que otra vez, ella era demasiado fuerte
para él.  Ella siempre prefirió el Bergonzi, el cual es, en verdad, un
instrumento fantástico.  Su fortaleza, todavía, era algunas veces un
problema, y el violín frecuentemente requería de atención, pues necesitaba
con regularidad ajustes de sonido.  Era inútil decir que, a donde quiera que
Johanna Martzy estuvo de gira, muchas veces habían fabricado los violines
que ella llevaba, forrados en terciopelo y con sus estuches dobles, con la
excepción del Toroni.  Los lectores quizás estén interesados al saber sobre
esto.

Todo lo anterior fue recolectado del libro de Hamma "Italianos-Hacedores de
Violines" (Italian -Violin Makers).


Extraida de la biografia -Johanna Martzy- Una Vida en Palabras (A Life in Words) Qc G.E.Armstrong 1997


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